Desde hace algunos años, Perú es reconocido mundialmente por la excelencia de su gastronomía. La diversidad de la cocina peruana la ha convertido en un imán para los turistas y algunos restaurantes de Lima figuran regularmente entre los mejores del mundo. Desde 2012, Perú ha ganado nueve veces el título de Mejor Destino Culinario del Mundo en los World Travel Awards. Esto lo convierte en un referente en cuanto a gastronomía y una visita obligada en los itinerarios de viajes gourmet.
La cocina peruana ha afirmado su identidad como mezcla de tradición, fusión e innovación. A las prácticas agrícolas ancestrales de un país con múltiples climas se ha unido el encuentro de cocinas de otras latitudes. Desde la España colonial y la población esclavizada traída de África al continente, hasta las grandes oleadas migratorias chinas y japonesas. Además, nuevas generaciones de chefs y cocineros, han logrado innovar sobre la base de la tradición y la diversidad enriqueciendo la culinaria nacional
El auge de la agroindustria en la década de 2000 también contribuyó a consolidar la imagen de Perú como potencia agroalimentaria. ¿Quién, en el mundo, no ha comprado fruta y verdura proveniente del pais inca?
Los ocho millones de hectáreas de tierra fértil que posee el territorio nacional permiten al país batir récords de producción. Perú es el primer exportador mundial de arándanos, espárragos frescos, plátanos agroecológicos y quinoa. Cuenta con 3.500 variedades de papas y los 2.250 kilómetros de costa favorecen la pesca artesanal o de arrastre con increíbles rendimientos. Antes de sufrir las consecuencias del derrame de petróleo que ocasionó Repsol en 2022, y de la corriente de El Niño en 2023, Perú representaba el 46% de la producción pesquera marina total de América Latina y el Caribe, seguido de Chile (18%) y México (11%). Más que suficiente para llenar los platos de ceviche, sudado y tiradito de toda la población.
Y si no le gusta el pescado, no se preocupe. Perú es también el cuarto productor sudamericano de carne de vacuno (por detrás de Brasil, Uruguay y Argentina), con 6 millones de cabezas de ganado, y el tercer de pollo (por detrás de Brasil y Colombia).
Sin embargo, en este territorio de abundancia, el hambre azota al pueblo peruano.
Según cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación del 2024, el 51% de la población peruana sufre inseguridad alimentaria, carece de recursos suficientes para acceder a alimentos sanos, tiene dudas sobre su capacidad para acceder a alimentos y ha pasado sin comer ocasionalmente durante un día entero varias veces al año.
Junto a los récords de producción de alimentos, otra medalla de oro ilustra esta aberrante situación: Perú sigue teniendo los mayores porcentajes de inseguridad alimentaria de Sudamérica, pues el 43.7% de los niños menores de tres años padece anemia (casi uno de cada dos bebés). En algunas regiones del sur andino como Puno, esta cifra alcanza la alarmante cifra del 71%. Luego de 35 años de la imposición del neoliberalismo, la bonanza que buscan presentar los grupos de poder está lejos de ser una realidad. En un país sin proyecto nacional, que arrastra una pesada carga colonial, las cifras hablan por sí mismas. No hacen falta largos discursos. Perú es una potencia mundial del agronegocio mientras el pueblo padece anemia e inseguridad alimentaria. Tres décadas de neoliberalismo han significado fracaso y hambre. Por si quedaban algunas dudas.
La Línea